Y así paso el tiempo, el Sol vivió con intensidad aquellos días en la tierra hasta que la Luna, cansada de esperar su regreso decidió retirarse. El Sol tuvo que salir rápido del cuerpo de la gata negra a ocupar su lugar en el cielo, pero en su rápida huida, miles de rayos de luminosos y dorados colores, cubrieron y quedaron atrapados en la mágica piel de la gata negra. Desde entonces las hijas de aquella gata llevan el recuerdo de los rayos y destellos dorados que el sol olvidó en su madre, así como su temperamento y sabiduría.
Dales una oportunidad si decides adoptar. No te arrepentirás y llenarás tu hogar de alegría y misterio.
¿Tienes una gata Carey?