Tomado de Teletica.com
Rabat, 27 feb (EFE).- "Para saber si sus escopetas funcionan correctamente, los cazadores disparan contra los monos", comenta a Efe el holandés Fran Faycal Wyllinck, que defiende en Marruecos a estos simios que sobreviven en el norte de África.
Wyllinck ha sido el "culpable" de difundir recientemente en las redes la imagen de dos de estos monos tirados sobre una roca con varios cartuchos de escopeta sobre sus cadáveres, para mostrar así la masacre que sufren estos primates en peligro de extinción.
Con un pelaje de color marrón y anaranjado, sin cola y con una altura que rara vez supera el más de medio metro cuando están sentados, el mono de Berbería, también llamado mono de Gibraltar, tiene una esperanza de vida de 22 años, y unas costumbres muy similares a las del ser humano.
El simio vive en una ordenada jerarquía social, donde su posición depende de la capacidad que tenga para entrelazar buenas relaciones con otros machos del grupo que les servirán de "aliados" en los conflictos que pueden surgir entre ellos, y se comunica con chillidos y gestos.
Pero este sentido tan agudo de comunidad y protección no les sirve cuando se trata de enfrentase al hombre.
Wyllinck comenta que algunos cazadores venden a las reputadas hechiceras marroquíes el cerebro y tripas del primate.
Además, el turismo es otro de los sectores claves para sacar provecho de este simio: en la famosa plaza de Yema el Fna de Marrakech los monos, sujetos a unas argollas, son el principal reclamo fotográfico de los turistas, junto a las serpientes.
El mono de Berbería -omnívoro y con una dieta basada principalmente en vegetales, raíces y frutos- se localiza en el macizo montañoso del Rif, en el Alto Atlas y en los bosques de cedros del Medio Atlas, donde los turistas pueden avistarlos con mayor facilidad porque muchos simios tienen por costumbre acercarse a las carreteras buscando comida.
Varios estudios realizados apuntan que la relación con el ser humano aumenta el nivel de estrés psicológico del primate y afecta a su reproducción, mientras que el hecho de que se aproximen a la carretera, además de causar accidentes de tráfico, facilita su captura.
Este pequeño macaco forma parte de las especies consideradas en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturales (UICN) y la legislación nacional lo clasifica como animal protegido, por lo que queda prohibida su captura, caza o venta.
Sin embargo, las cifras hablan por sí solas: Marruecos ha pasado de albergar 20.000 primates en 1984 a unos 5.000 en la actualidad.
Un informe del Plan de acción nacional para la conservación del mono en Marruecos, que destaca el exceso de pastoreo o la degradación del hábitat como otras causas de su posible extinción, subraya que son muchos los simios que se han incautado en fronteras europeas dentro de redes de comercio ilícito.
Los militantes ecologistas calculan que unos 400 monos, la mayoría bebés hembras, son arrancadas anualmente de sus madres y capturadas ilegalmente.
Un drama para una especie donde las crías son el centro de todo. El macho participa activamente en su educación y las relaciones entre las hembras emparentadas se cuidan y refuerzan durante toda la vida.
Por el momento, el dinero que aporta está muy por encima del sufrimiento que padece esta pequeña comunidad de monos tan "exóticos y divertidos" a ojos de los turistas.