Un cachorro no es de porcelana, y apuesto a que si tienes uno cerca, ya habrás podido comprobarlo. Lejos de eso, cuando un cachorro juega “todo le vale”, y si tiene confianza contigo como compañero de juegos, comenzará a elevar su nivel de energía hasta el punto de que puede llegar a hacerte daño.
Tipo de juegos
Que no sea de porcelana no significa que no tengamos que tener en mente que, efectivamente, es un cachorro. Sus músculos y huesos están por desarrollar, por lo que los juegos en los que utilizamos la fuerza o el ejercicio físico, tienen que estar mucho más medidos que con un adulto.
Con un cachorro puedes jugar, en realidad, a cualquier juego de adultos. Simplemente ten en cuenta lo que comentaba más arriba y que el olfato tiene un desarrollo más lento, por lo que juegos relacionados con utilizar su nariz, irán cogiendo más importancia con el tiempo, y serán mucho más precisos a medida que tu pequeño peludo vaya cumpliendo días y semanas. Esto no significa que no los utilices, porque además te resultará fascinante ver la evolución en pocas fechas.
Intenta que los juegos que le proporciones a tu perro partan de un juego para dos, y no le proporciones simplemente “solitarios”. Que tu bebé canino relacione lo más temprano posible que la diversión es compartida, te ayudará en el vínculo, y también en el entrenamiento que puedas hacer con él.
No quiero quitarle importancia a que el perro aprenda a jugar solo. Es igualmente importante que pueda gestionarse cuando para ti no sea el momento de ofrecerle la diversión que él demande, por lo que no te olvides también de proporcionarle juegos en los que él pueda desarrollarse sólo cognitivamente. Los juegos que existen en el mercado son muy variados, y además hay otros tantos que puedes hacer en casa.
Jugar, descansar, volver a jugar
Los cachorros tienen todo su tiempo para investigar, corretear e inventarse juegos para pasar un buen rato. Si por ellos fuera, la gran mayoría no pararía hasta que se le terminaran las pilas… y en muchos casos así es.
Cuesta tan poquito ponerse a jugar con una bola de pelo graciosa que te increpa para que seas su cómplice a la hora de pasarlo bien, que con frecuencia se nos va la mano y tenemos al perrete jugando sin control de tiempo, sin pautas… y de repente cambiamos los planes ante la mirada atónita de un peludito lleno de energía para no dejar que nos marchemos a hacer otra cosa.
Es necesario establecer unos tiempos de juego, no demasiado largos, donde controlar el exceso de actividad, que frecuentemente se convierte en mordiscos cada vez más fuertes y comportamientos que no queremos fomentar, y por otro lado, enseñar al cachorro cómo puede relajarse después de un periodo de alta excitación. Tener a un perro subiendo y bajando estos niveles de activación y aprendiendo a gestionarlo por sí mismo, evitará muchísimos problemas en el futuro, que son en gran parte los casos que día a día nos encontramos en las visitas que hacemos a los domicilios los entrenadores caninos.
Este trabajo y aprender a jugar de manera sana y productiva con un cachorro, lo estaremos trabajando en nuestro próximo taller de juego el próximo 14 de enero 2017, pues nos parece fundamental tratas estos temas cuando el cachorro comienza a enfrentarse a la vida.
Por eso cuando te rindas a la diversión con tu pequeño can, no olvides jugar y descansar cada pocos minutos, para volver a retomar el juego más adelante, cuando notes que ha conseguido relajarse o cambiar el enfoque y ponerse a hacer otra cosa.
¿Qué hago si me muerde?
Tu perrete tiene que cambiar los dientes y habrá una etapa complicada para él, y que puede desesperar un poco. Asegúrate de poder redirigir su mordida hacia juguetes que le puedan calmar, y dale siempre esa alternativa porque pretender que deje de morder cosas cuando la boca le duele, tampoco sería justo para él.
Además, a veces por la alta activación que comentaba en el apartado anterior, comenzará a morder más fuerte o a morder todo lo que esté a su alcance. Evita la situación, y si ocurre, para el juego para que comience a relacionar que un mordisco no es parte de la diversión. No necesitas dejarle sin jugar durante 20 minutos; es posible que unos pocos minutos o incluso segundos sean suficientes para que vaya valorando la situación.
¡No todo es juego!
Es precisamente porque el cachorro necesita saber cuándo es el momento de jugar y cuándo no, que establecer unas rutinas de juego con él os ayudarán a ti y a él a tener claro cuándo esperar los momentos más divertidos del día. Podrá mantenerse tranquilo más tiempo en momentos en los que nunca ha jugado, y activarse para disfrutar contigo cuando sepa que tú estarás deseando acompañarle en el juego.
Establecer unos lugares adecuados también le generará mayor seguridad a la hora de arrancarse a jugar. Si nunca has comenzado el juego en el salón y sin embargo cada vez que sales a la terraza le incitas a tirar del otro lado de una cuerda, ten por seguro que se sentirá mucho más predispuesto a tener ese comportamiento fuera que dentro.
Puedes aprovechar sus momentos naturales para jugar, que varían con cada perro pero que suelen estar bastante marcados en su día a día, o ir cambiándolos progresivamente, ofreciéndole alternativas que vayan encaminadas a unos horarios y unos comportamientos concretos.
Cuanto mejor pueda predecir tu cachorro el momento y el lugar donde el juego es más que bienvenido, mucho mejor será vuestra convivencia y más enriquecedores vuestros momentos juntos.
Y a ti, ¿te parece que tu perro tiene más o menos claro cuál es el momento de jugar y dónde debe hacerlo?