Ójala me equivoque al afirmar que a todos nos ha pasado, y me dejes tú que lo estás leyendo, un comentario contradiciendo todo esto que escribo a continuación, por no haberte pasado en mayor o menor medida con tu primer can.
Lo cierto es que creo que todo “primer perro” debería tener un monumento en algún lugar de la avenida más importante de cada ciudad, pues estoy convencida de que son los grandes incomprendidos. Es tu primer perro el que soporta que no tengas el conocimiento suficiente para comunicarte con él, el que se queda largas horas sin salir porque quisiste tenerlo a pesar del tiempo que requería y que no tenías, el que tiene una altísima excitación por el juego y al que no sabes cómo relajar… y tantas y tantas cosas que los “primeros perros” esquivan en algunos casos y sirven como paragolpes en la mayoría de ellos.
Porque yo también he tenido una “primera perra” a mi cargo, bajo mi entera responsabilidad, más allá de los perros familiares de cuando era pequeña y de otros animales con los que he tenido la gran suerte de convivir en algunas etapas de mi vida, quiero plasmar aquí las cosas que me encantaría no volver a ver repetidas en otras personas con “primeros perros” en su vida, algunas de las cuales las conozco en mi persona y otras en la realidad de terceros.
Antes de que llegue a casa
En este apartado debería incluir muchas cosas, pero me centraré en:
Capricho: con frecuencia el primer perro es muy deseado, pero la parte lógica del pensamiento se ha dejado a un lado. Simplemente el hecho de no pensar en el dinero, el tiempo y las atenciones que necesita el perrete, lo convierten en un capricho demasiado caro, demasiado esclavo o demasiado comprometido…
Más capricho: Su color, su carita, su aspecto físico en definitiva es lo que hace que el perro llegue a casa. Nada importan sus necesidades, sus miedos ya adquiridos o su forma de enfrentar los problemas. Nos gusta lo que vemos y no pensamos en lo que el interior del peludo tiene que decirnos, que normalmente se resume en: trabajo y entrenamiento.
Y más capricho: Lo quiero -> lo tengo. Eso nos lleva a comprar al animal en una tienda sin saber nada de su pasado ni de cómo ha llegado hasta ahí o a encariñarnos de un perro que vende un particular, con parásitos y en malas condiciones, porque yo lo quiero AHORA y además es tan bonito… y tan vulnerable…
Conductas indeseadas
¿Para qué vamos a empezar a trabajar con nuestro adorable cachorro “tonterías” como que no me muerda los pantalones cuando ando o que espere su turno pacientemente antes de abalanzarse sobre el plato (y sobre mí, si estoy en medio)?
Así vamos permitiendo unos hábitos en el peludo que no nos causan problemas e incluso nos hacen gracia, para luego…
Educación a la desesperada
… para luego entrar en un ataque de pánico cuando ha destrozado mis pantalones nuevos o comienza a gruñirme si no me alejo de su cuenco de comida.
Libros, televisión y sabiduría popular, mezclado con desesperación y presión social o familiar y ya tenemos un cóctel perfecto de falta de respeto al perro, poca rigurosidad y falta de constancia cuando las cosas no salen como deberían.
Entrenamiento: ni un solo fallo
No faltan quienes desde el principio trabajan en la educación de su primer perro sin permitir que falle ni una vez. Comenzamos a educarle para que se siente y una vez lo hace, jamás podrá volver a fallar bajo reprimenda o cosas peores. La duda siempre nos llega en si, una vez el perro no atienda a nuestra señal, volverá a hacer correctamente lo que le pedimos. ¡Ni un minuto de relax, ni un mal día para el peludo!
Amigo de perros y personas
El perro perfecto debe ser amigo de todos los perros y todas las personas que se encuentre… o eso es al menos lo que pretendemos que ocurra con nuestro primer peludo. Da igual si la persona es una maleducada con los canes o un niño gritón poco instruido en el trato de los animales. Lo mismo nos da que haya un pastor alemán inestable y agresivo que un caniche juguetón en el parque. No conocemos su carácter, pero nuestro perro DEBE hacerse su amigo en el acto, si no, no es un buen perro… Y esto por supuesto, lleva a muchas agresiones y frustraciones entre perretes.
Falsos mitos
Por supuesto, no pueden faltar los falsos mitos que están continuamente en boca de muchos y que quien tiene a su primer perro, escucha y da valor de ley…:
No pueden aprender nada hasta pasados los 6 meses: ¡Te sorprenderás al saber lo que un perro de dos meses puede saber ya!
Hay que dominar al perro para que sepa quién manda: El mito por excelencia, tantas veces desmentido y tantas y tantas tan recurrido.
Los perros no pasan frío: Que yo sepa, aún no se ha conocido a un animal que no sienta ni padezca las inclemencias del tiempo. ¿Es que acaso un perro no tirita? Calurosos o frioleros, cada animal tiene su propio termómetro interno…
No tienen problema por estar solos durante días: Sí, sí lo tienen. Son animales sociales y eso hace que busquen y añoren la compañía. Dejar a un perro en una parcela solo, únicamente con comida y agua, porque es un perro de guarda, no lo hace más feliz ni su situación es más justa.
Las primeras noches del cachorro, debe pasarlas solo y no debes atender a sus llantos: Se me ocurren pocas cosas más crueles que apartar a un cachorro de su camada y su madre y dejarlo esa misma noche llorar en solitario ante un olor y una situación que ni conoce ni comprende.
Y nuestro perro lo aguanta porque para eso es un perro, un espectacular animal que ante todo quiere sentirse querido y aceptado. Sin embargo, a medida que pasan los años y vamos relajando el tono de nuestras alucinaciones mentales, cuando vamos comprendiendo que lo que tenemos es un ser vivo, con vida propia, con sentimientos y necesidades particulares, normalmente comenzamos a escuchar lo que nos comunica y entendemos que las cosas no deben hacerse así. A lo mejor no sabemos cómo y necesitamos de la ayuda de profesionales, pero lo que afortunadamente nos va quedando claro es que, el siguiente perrete que tengamos, tendrá un comienzo de vida muy diferente al que tuvo el primero.
Es una lástima que el primero, el incomprendido, el que mucho nos enseña, a veces no tenga tiempo de saborear el cambio de actitud que él mismo nos ha enseñado a tener. Es una lástima que no nos preocupemos un poquito más desde el principio de saber, de aprender a educarlo y de evitar que el estrés del día a día al final haga que de una manera u otra, el que pague el pato sea el que siempre nos perdona.