No hay más que salir a la calle y echar un vistazo, para ver los 5 errores más comunes que se cometen cuando estamos sacando al perro por la calle:
1. No prestar atención al perro
Salir con el móvil, con la pareja o algún amigo o frecuentemente con muchas cosas en la cabeza que poco tienen que ver con nuestro perrete, hará que sacar a tu perro a pasear deje de tener un protagonista principal: tu perro.
Te quedarías con la boca abierta de saber la cantidad de cosas que puedes aprender de él durante el paseo, simplemente observándole: gustos y preferencias, miedos o inseguridades, manías y hasta posibles problemas de salud.
Por otro lado, es también prestándole atención como podrás evitar que el can haga cosas que no queremos, como comerse papeles o comida del suelo, cruzarse sin que te des cuenta entre tus piernas, comenzar a cruzar el paso de peatones sin permiso oponerse a jugar mordisqueando la correa…
Para cuando quieras comenzar a cambiar las cosas y a mitad del paseo le exijas a tu perro que vaya a tu lado como un ciudadano canino ejemplar, te darás cuenta que es difícil pedir una atención que nunca ha tenido la necesidad de prestar, sobretodo cuando tú mismo no te has preocupado de dársela.
2. Seguirle cuando tira de la correa
Si tu perro tira de la correa con fuerza para llegar a un olor increíblemente atractivo y… ¡llega!, ¿por qué debería dejar de hacerlo? Abalanzarse con toda su fuerza para conseguir descifrar lo que ese olor esconde, además de excitante, tiene el premio de poder llegar más rápido que si fuera caminando pacientemente.
Esto además le abre la puerta a un mundo de posibilidades: olores del entorno, comida, perros y un sinfin de cosas diferentes, objetos que se mueven, luces extrañas que aparecen y desaparecen, ruidos inquietantes, lugares misteriosos… ¡la calle es un auténtico parque de atracciones para nuestros perros! Y al otro lado… estás tú, tensando una correa que tiene que esforzarse en conseguir “estirar”.
No debemos olvidar que, además, los tirones de correa son realmente peligrosos para los perros, sobretodo si llevan collares y no arneses, y pueden producirles serios problemas para la salud.
3. Utilizar correas extensibles
Aparentemente son correas muy cómodas, que permiten dar cierto espacio al perro y mantenerle cerca cuando es necesario. Pero lo cierto es que las correas extensibles no son tan adecuadas como podríamos imaginar.
Dado que el mecanismo consiste en que la correa se enrolle sola cuando el perro está cerca para que ésta no cuelgue por el suelo, la tensión que ejerce en el animal cada vez que le enganchamos al collar o arnés es continua; leve (o moderada, según la correa) pero continua. De esta forma, el perro asume que salir a la calle con la correa puesta pasa por sentir esa tensión, por lo que raro será que entienda que un paseo agradable se consigue con una correa en forma de U. Simplemente, no lo ha experimentado nunca con este tipo de correas.
Ya que la distancia en cada ocasión la determina la persona que tiene el botón de “bloquear” o “desbloquear” la cinta de nailon, es muy difícil para nuestro compañero de cuatro patas saber cuál es la distancia accesible en cada momento, por lo que probará una y otra vez a ampliar su espacio disponible, consiguiéndolo además de vez en cuando.
Si combinamos que siempre hay tensión con que en ocasiones aumentar esa tensión conlleva estirar la distancia a la que pueden moverse, tenemos un cócktel estupendo para conseguir tirones constantes en nuestro paseo.
4. Usar la correa como timón
Con frecuencia nos olvidamos de que la correa es una mera herramienta para controlar las distancias de nuestro perro, y comenzamos a utilizarla como timón de dirección – avance – retroceso – parada.
Esto es realmente molesto para el perro y normalmente no ayuda a mejorar el paseo, si no más bien lo contrario. El perro tiene grandes dificultades para saber cuándo y por qué recibe esos tirones o “empujones” de correa (desde el cuerpo o el cuello) en vez de aprender a caminar en nuestra dirección y junto a nosotros.
5. Hacer un paseo aburrido
Si el paseo resulta ser un trámite para tu perro, intentará que la duración sea lo más breve posible.
Las cosas emocionantes ocurren antes o después, y el paseo se habrá convertido sólo en un “mal necesario” para llegar de casa al parque, del coche a casa, de un pipi-can a otro, de una fuente a un pinar… No hay nada en el paseo digno de recordar, por lo que salir corriendo hacia la meta será lo más interesante del propio paseo.
Prueba a convertirte en lo más emocionante en lo que se pueda fijar tu perro. Si no sabes cómo hacerlo, ¡contáctanos y te ayudaremos a lograrlo! Comenzarás a notar una gran diferencia.
Utiliza el paseo para recordar algunos ejercicios básicos como el sentado o el tumbado, juega con una cuerda o mordedor durante el trayecto, cambia de dirección inesperadamente y refuérzale si te sigue, para, corre, busca un camino diferente cada vez para llegar a un mismo sitio, ofrécele cosas novedosas… ¡y vuestro paseo será mucho más ameno y divertido!
¿Hay alguna otra cosa que te haya servido para mejorar tu paseo?